Wangari nació en Kenia en 1940. Kenia es un país situado en la parte este del gran continente africano, conocido por su biodiversidad. El nombre del país se debe al monte Kenia, la segunda montaña más alta de África.

Wangari de siempre tuvo una conexión muy especial con la naturaleza y los árboles. Cuando iba con su madre a la finca a cosechar batata, caña de azúcar y maíz, escuchaba complacida el canto de los pájaros. También le gustaba mucho estudiar e ir al colegio.

El tiempo pasa y Wangari crece alta como los árboles del bosque. Gracias a ser tan aplicada en los estudios consigue una beca para estudiar en Estados Unidos. Con mucha pena deja a su amada Kenia y su familia. Pero se alegra al pensar que pronto volverá a verlos.

Ya en Estados Unidos, Wangari aprende muchas cosas nuevas sobre los seres vivos, animales y plantas y consigue su título en biología. Entre otras cosas aprende lo importantes que son los árboles y plantas. Descubre cómo los árboles liberan oxígeno para que los seres humanos puedan respirar. También descubre que sin la existencia de los árboles el planeta tierra sería un desierto. Los árboles previenen la erosión manteniendo la humedad del suelo.

Seis años después Wangarí vuelve a Kenia. Entusiasmada abraza a todos sus seres queridos, pero queda sorprendida al notar que algo había cambiado. ¿Dónde están los árboles que la han visto crecer? ¿Dónde están los pájaros que con su hermoso cantar alegraban las tareas diarias?

¡Habían desaparecido!

Los habían talado para construir edificios y casas, pero nadie había pensado que debían plantar árboles nuevos.

Wangari sabe que los árboles son muy importantes. Sin ellos la zona donde vive puede convertirse rápidamente en un desierto donde nada crece. Y las fincas donde trabajan las mujeres para alimentar a todo su pueblo pueden desaparecer. La gente no tendría que comer y moriría de hambre. Preocupada empieza a pensar que puede hacer para resolver este problema.

Wangari pensó que la mejor solución era empezar a volver a plantar los árboles que habían cortado.

Wangarí empieza a plantar árboles con determinación. Primero empieza sola en el patio de su casa, luego invita a otras mujeres de su aldea y su localidad a las que paga una pequeña cantidad de dinero por su trabajo. Esto hace que las mujeres le estén muy agradecidas puesto que ese dinero les permite vivir mejor dentro de su comunidad.

Y así, con la ayuda de las mujeres de su localidad, crea el llamado “cinturón verde”. Una gran muralla de casi 30 millones de árboles para proteger su país de la desertificación.

Los millones de árboles que ya se han plantado pertenecen a varias especies nativas, como el datilero del desierto, el ciruelo indio o las acacias. Principalmente se han escogido estos árboles porque se adaptan al clima. En concreto las acacias son especialmente resistentes frente a la sequía.

Los árboles vuelven a aparecer en la tierra de Kenia, y los pájaros vuelven a cantar. Desde entonces Wangarí será conocida afectuosamente como “la mujer árbol”. Y seguirá ejerciendo activamente su lucha en temas medioambientales y a favor de las mujeres.

La historia de Wangarí llega hasta muy lejos y mucha gente aplaude su labor y valentía. Has tal punto es famosa que le dan el premio nobel de la Paz en 2004.

Pero para Wangari no hay mayor premio que ver a su amada tierra de nuevo llena de árboles.

Ahora podrá volver a descansar a la sombra de los árboles y escuchar nuevamente el trinar de los pájaros.

Fuentes: 

• UNESCO
• NOBEL PRIZE WEBSITE
• EL PAIS
• MUJERES CON CIENCIA